[Editorial nº125] Tener razón, saberla demostrar y que te la quieran dar
MARÍA DOLORES LOZANO ORTIZ | Expresidenta de la AEAFA
Número completo Revista nº125 para asociados
"Las sucesivas resoluciones favorables también han supuesto un espaldarazo al derecho a poder expresarnos libremente y sin coacciones cuando consideramos necesario defender a capa y espada las cuestiones que afectan al ejercicio profesional de la abogacía de Familia y de los intereses de la ciudadanía"
A veces, tener la razón no es suficiente, y como abogados en ejercicio somos conscientes de este hecho. Cuando el cliente entra por la puerta del despacho solicitando nuestra ayuda, lo hace con su verdad y su justificación, y tras el estudio del asunto, es bastante probable que aquellas no sean las que se estimen en la sentencia. A partir de ahí, comienza nuestra labor de indagación sobre lo que necesitamos conocer y, lo que es más importante, del soporte probatorio que le requerimos (documentos, testigos, periciales) para el sustento de su relato, tanto para el proceso de negociación, como para el caso de tener que someternos a criterio judicial.
"Somos los primeros jueces"
Me gusta decir, porque así lo siento y lo creo, que los primeros jueces de nuestros clientes somos nosotros, los abogados. Nuestra experiencia, praxis y sapiencia nos permite augurar, en muchos casos y en ocasiones, con poco margen de error, el posible resultado de la controversia que se someta al Tribunal. La distancia que debemos mantener respecto al asunto del cliente nos permite anclarnos en la objetividad, la nuestra, tan válida como la de los jueces. Hablamos por y en nombre de nuestro cliente, haciendo uso de las pruebas que amparan su razón, y nos manejamos normalmente con habilidad respecto a la prueba de la parte contraria.
No obstante, notamos, y también nos lo notan, cuando la defensa de los intereses de un cliente la hacemos propia porque estamos convencidos de su razón. Del mismo modo, de nuestra actuación también se desprende cuando no la compartimos pese a una defensa impecable. No somos perfectos. Lo mismo pasa con los jueces, magistrados y fiscales. Deducimos antes del inicio del juicio, e incluso antes de la vistilla a las que nos convocan para intentar el acuerdo, por donde irán “los tiros”. ¡Tampoco son perfectos! Ello no significa que vulneren los principios de imparcialidad y objetividad. Sinceramente, pienso que la perfección está sobrevalorada, por ello hago mío un eslogan de una amiga farmacéutica: “Perfectamente imperfectas”. Es una consigna sencilla, clara, directa, y veraz.
Quien se defiende a sí mismo tiene un tonto por cliente...
Sin embargo, cuando siendo abogados, el asunto es propio, la perspectiva cambia, y la “deformación profesional” nos lleva a sumergirnos en un mar de dudas. Por ello, cuando concurre en un abogado un asunto personal, mi sugerencia es depositar la defensa judicial en otro profesional. Es una garantía de alivio y tranquilidad mental, porque un jurista experimentado y especializado en la materia, sin duda, ofrece una perspectiva objetiva y evita errores impulsivos. Ahí coincido plenamente con lo que se dice en EE. UU, “quien se defiende a sí mismo tiene un tonto por cliente y un imbécil por abogado", pensamiento que se atribuye a Abraham Lincoln.
Por ello, cuando en el año 2020 la AEAFA y yo como su presidenta recibimos la demanda por intromisión ilegítima en el derecho al honor del demandante — proceso ordinario 785/2020 tramitado en el Juzgado de Instancia 104 de Madrid—, la Junta Directiva decidió por unanimidad depositar la defensa de los intereses de la asociación en el compañero Cristóbal José Pedrós Carretero, especialista en la materia, y en la procuradora Rocío Sampere Meneses. Por cierto, ambos han llevado a cabo un magnífico trabajo y, prueba de ello, son las tres sentencias en las tres instancias desestimando las pretensiones del actor y con imposición de las costas. Por ello, en nombre propio, de la Junta Directiva y de cada uno de los casi tres mil asociados, les traslado de nuevo, y públicamente, nuestro más sincero agradecimiento y reconocimiento por la labor realizada.
Gracias, Cristóbal
Pero no solo depositamos la confianza en nuestro abogado Cristóbal Pedrós, sino que fuimos capaces, lo que es francamente difícil cuando la Junta Directiva está integrada por once abogados que tienen la responsabilidad de velar por el bienestar y los intereses de la AEAFA, de despegarnos de nuestras visiones parciales e interesadas, que normalmente obnubilan la razón. En nuestro ejercicio profesional, nos enfrentamos a situaciones difíciles, y una de ellas es la dificultad que nos genera tener como cliente a un jurista, sea abogado, juez, fiscal, notario o registrador. Por no hablar de la Ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Y eso suele suceder, sobre todo, cuando más interés tenemos en que un asunto salga bien. Los miembros de la Junta Directiva fuimos capaces de introducirnos en la “cámara de enfriamiento” y distanciarnos para que nuestro abogado hiciera su trabajo, sin obviar que la labor de la Junta Directiva fue doble, no autodefenderse y dejar trabajar a nuestro abogado.
Tres sentencias, sin ambages, han dado la razón a la Aeafa. La nº 152/2022, de 8 de abril de 2022, dictada por el Juzgado de Instancia nº 104 de Madrid; La nº 20/2023, de 12 de enero de 2023, dictada por la Sección Decimotercera de la Audiencia Provincial de Madrid; y la nº 115/2024 de 31 de enero de 2024, dictada por la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo.
En todas ellas, se respalda las opiniones vertidas por nuestra asociación y mi persona sobre la publicidad de los honorarios profesionales de la abogacía basada en precios irrisorios. El Tribunal Supremo afirma en la sentencia: “Lo que reflejan tales expresiones, más allá del caso concreto del actor, es una preocupación por el supuesto abaratamiento de los servicios profesionales de la abogacía en los procesos de divorcio que podría encubrir una publicidad engañosa en tanto que podía hacer creer a los potenciales clientes que con un precio muy bajo (150 €) podrían costear un proceso judicial, sin informar de las posibles complicaciones y vicisitudes que encarecerían ese coste”.
Publicidad que induce a conclusiones equivocadas
En mi calidad de presidenta, manifesté en varios foros la preocupación colectiva de los integrantes de la AEAFA respecto al método de captación de clientela, alertando de que la publicidad de prestación de servicios profesionales a un precio tan bajo podría inducir a los potenciales clientes a conclusiones equivocadas sobre los costes. Los Tribunales han considerado legitima la crítica llevada a cabo por la AEAFA sobre esta modalidad de prestación de servicios profesionales. El derecho a la crítica de nuestra asociación está enmarcado en un asunto de interés general, para el colectivo de la abogacía y para la ciudadanía en general, y entronca con las funciones asociativas de la AEAFA.
Reconozco que ha sido complicado no pensar en este tema durante la tramitación del proceso y sus instancias. Con cada sentencia, la esperanza arropaba más cálidamente nuestra verdad y razón, depositadas en Cristóbal Pedrós al encargarle la defensa de los intereses de la AEAFA. Las sucesivas resoluciones favorables también han supuesto un espaldarazo al derecho a poder expresarnos libremente y sin coacciones cuando consideramos necesario defender a capa y espada las cuestiones que afectan al ejercicio profesional de la abogacía de Familia y de los intereses de la ciudadanía, que pasan por la transparencia de la publicidad y la denuncia de los métodos de captación de clientes a precios irrisorios.
Ahora que lo pienso, la labor llevada a cabo por la AEAFA, poniendo el acento en cuestiones que afectan al profesional de la abogacía de a pie, beneficia directamente a cualquier abogado, sea o no de nuestra asociación, pues la defensa de la dignidad profesional y el valor económico justo de los servicios jurídicos de la abogacía no es patrimonio privativo de ningún colectivo de la abogacía, sino individualmente de todos y cada uno de los profesionales de nuestra profesión.
En nombre propio y de la Junta Directiva de la AEAFA, os damos las más sinceras gracias por vuestro apoyo y reconocimiento, porque tener razón, saberla demostrar y que te la quieran dar es muy satisfactorio y merecido. Y lo más importante, supone un reconocimiento para la AEAFA como la voz de la abogacía de Familia de nuestro país.
Me siento honrada y privilegiada por estos ocho años de servicio como presidenta de la AEAFA.