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[EDITORIAL Nº112] BIENESTAR
"La mayoría de los que nos dedicamos al Derecho de Familia no tenemos vida, pues nuestra profesión nos absorbe"

  • 02/02/2022

"La mayoría de los que nos dedicamos al ejercicio de la Abogacía y, en particular, al Derecho de Familia, podríamos concluir que no tenemos vida, pues nuestra profesión nos absorbe"

María José Sánchez González| Vocal de la AEAFA

Número completo Revista nº112 para asociados


 

El día a día, se convierte en una auténtica locura, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Y, no podemos obviar el nivel de presión y estrés al que estamos sometidos. Nuestras jornadas de trabajo se convierten en interminables, superan con creces las ocho horas diarias y nuestra disponibilidad es de 24 horas al día los siete días de la semana.

Acabamos de iniciar el año y, es momento para proponernos objetivos, tanto a nivel personal como profesional. Por ello, y junto con el deseo para todos de que gocemos del bien más preciado, la salud, os sugiero, particularmente en el momento que estamos atravesando, que pongáis en práctica un propósito: el autocuidado.

La mayoría de los que nos dedicamos al ejercicio de la Abogacía y, en particular, al Derecho de Familia, podríamos concluir que no tenemos vida, pues nuestra profesión nos absorbe. Los asuntos que se nos plantean en el despacho requieren ser resueltos de forma inmediata —o incluso antes de ser planteados—. Y nosotros, consecuentes con nuestra profesionalidad, cuidamos a nuestros clientes, atendiéndoles rápidamente, estudiando su asunto y buscando una solución, o contestando a su correo o a sus llamadas de la forma más inmediata posible, entre otras muchas gestiones.

Pero, sinceramente, creo que es momento de pensar y reflexionar un poco en cada uno de nosotros. Es el momento de hacer un examen interno e individual de lo que es y cómo llevamos a cabo nuestro trabajo y lo que el mismo conlleva a nivel personal. Analizar sus consecuencias en nuestra salud en sentido amplio, tanto física como mental y, en particular, en las relaciones con las personas que nos rodean (familia, pareja, hijos, amigos…).

Me imagino que no os resultará nada nuevo lo que voy a plasmar a continuación, pero creo que lo debo poner en común, para intentar que nos concienciemos y en la medida de lo posible, poder cambiar determinados vicios que están perjudicando seriamente nuestra salud. 

El día a día, se convierte en una auténtica locura, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Y, no podemos obviar el nivel de presión y estrés al que estamos sometidos. Nuestras jornadas de trabajo se convierten en interminables, superan con creces las ocho horas diarias y nuestra disponibilidad es de 24 horas al día los siete días de la semana.

Esta dinámica diaria nos la planteamos como nuestra normalidad. Sin embargo, no nos damos cuenta de que, ese día a día está influyendo en nuestra salud. Muchas veces, no nos percatamos de nuestros propios avisos o alarmas, tales como el despertarnos por la noche dudando de un vencimiento, por ejemplo, o no poder conciliar el sueño pensando simplemente en las tareas pendientes; la imposibilidad de evadirnos del trabajo cuando estamos fuera del despacho leyendo correos o contestando llamadas a horas intempestivas. No es excepcional el que trabajemos los fines de semana, sino más bien habitual. Nuestros momentos de ocio y de descanso se ven enturbiados por la dedicación a nuestro trabajo

Si a muchos de nosotros nos preguntaran, contestaríamos que ésta es nuestra forma de trabajar. Es más, cuando hablamos y lo comentamos con compañeros, a ellos también les ocurre lo mismo, por lo que nos reafirmamos en esa sensación de normalidad. Pero, nos tendríamos que cuestionar: ¿El que sea algo normal o habitual en muchos de nosotros significa que sea algo bueno o positivo?

Realmente considero que no, no es bueno aquello que nos genera ansiedad y estrés. Y realmente, lo más preocupante es que no somos conscientes de que esa forma de vida está influyendo directamente en nuestro bienestar, entendido este en sentido amplio, es decir, salud física, mental y social. Es significativo y preocupante lo recogido en distintos estudios que arrojan el alto índice de profesionales que ejercen la abogacía afectados por depresión, problemas psicológicos y alcoholismo.

Es muy importante el aprender a desconectar de nuestro trabajo en tiempos de descanso y para ello debemos dotarnos de herramientas y estrategias, a la vez que concienciarnos de la importancia de nuestra salud mental, detectando y canalizando nuestras situaciones de estrés y de ansiedad.

Tenemos que aprender a diferenciar lo urgente de lo importante —como dice una compañera a la que muchos conocéis—. Y sobre todo, tenemos que velar por nuestro bienestar y salud, en una palabra, tenemos que cuidarnos a nosotros mismos. Lo que no significa el seguir desempeñando nuestro trabajo como abogados de familia que somos y seguir con nuestra formación, estudio y reivindicaciones. Todo ello lo tenemos que seguir haciendo bajo el paraguas del autocuidado, lo que sin duda va a conllevar el que lo llevemos a efecto con mayor fuerza y de una forma más saludable.

Confiemos que los Reyes Magos nos hayan dejado esa capacidad de aprendizaje para poder y saber desconectar. Igualmente confiemos que la desconexión digital, que tanto necesitamos en los periodos de descanso y que nos ayudaría mucho, no sólo se circunscriba a la inhabilidad del mes de agosto y de las Navidades – del 24 de diciembre al 6 de enero- conforme a la pendiente Ley de Medidas de Eficiencia Procesal del Servicio Público, sino que abarque los plazos laborales, de instrucción y particularmente administrativos.

Y, por último, hagamos extensiva esa confianza a la empatía de los clientes, para que los mismos entiendan que la prioridad o la importancia del asunto la decidimos nosotros, como profesionales especializados que somos.