- 07/05/2014
- ARTICULOS - OPINION
- Autor: Fsco Javier Pérez-Olleros Sánchez-Bordona
- Sección: VIOLENCIA DE GÉNERO
- Categoría: En tinta
Reflexión: una pareja... feliz
REFLEXION: PAREJA... FELIZ
Por Fsco J Pérez-Olleros Sánchez-Bordona
LA FELICIDAD ES CONTAGIOSA Y DEPENDE EN GRAN MEDIDA DE LA SALUD
Por Javier Pérez-Olleros Sánchez-Bordona
Me parece muy interesante la información “La felicidad depende de que amigos y familia sean felices” que aparece en la edición digital del Diario Médico de 7 de enero de 2009, por lo que me permito su reproducción en nuestra revista, dada su conexión con la relación de pareja, y por ende con los perjuicios de la violencia de género y de la violencia doméstica en general.
Recoge las conclusiones de un estudio publicado el 5/12/2008 en la edición digital de The British Medical Journal, según el cuál uno de los factores determinantes de la felicidad humana es la felicidad de los demás.
La risa es contagiosa: no hace falta ningún estudio científico para demostrarlo, pero ¿lo es también la felicidad? Esto es lo que se han preguntado Nicholas Christakis y James Fowler, de las universidades de California, en San Diego, y de Harvard, en Boston, respectivamente. Para averiguarlo recurrieron al estudio Framingham, de donde han recabado datos sobre la salud mental de 5.124 adultos a los que se siguieron entre 1971 y 2003.
Según concluyen, la felicidad no es una experiencia individual, sino que depende de las redes sociales a las que el individuo está conectado, o lo que es lo mismo, si familiares y amigos de una persona son felices, es probable que ésta también lo sea. Y siendo más concretos: un amigo feliz que vive a una milla (1.609 metros) de distancia incrementa la probabilidad de felicidad de un sujeto en un 25 por ciento. La distancia física constituye una variable de peso, según el estudio que se publica hoy en la edición digital de The British Medical Journal. Así, si un amigo feliz vive a menos de media milla, la posibilidad de sentirse feliz aumenta en un 42 por ciento, y si es a menos de dos millas, en un 22 por ciento.
Los autores también hallaron que en las personas que viven en pareja la felicidad de ésta favorece en un 8 por ciento que se sea feliz; el efecto es similar si se vive próximo a un hermano -con un 14 por ciento-, y a un vecino -34 por ciento-; en cambio, no se observaba entre compañeros de trabajo, lo que sugiere que el contexto social restringe la expansión de los estados emocionales.
De hecho, este saludable contagio no se ciñe a las personas más próximas (conyúge y hermanos, por ejemplo), sino que se hace efectiva a través de tres grados de separación, como el amigo de un amigo. "Vimos que, aunque todo el mundo está conectado a través de seis grados de separación, la capacidad para influir en la personalidad de los demás se limita a los tres grados", apunta Christakis. Además, las personas que están rodeadas de gente feliz también son más propensas a mantener este estado emocional en el futuro.
La estructura de la red social a la que se pertenece también influye. De acuerdo con el trabajo, la felicidad no sólo depende del número de amigos que se tenga, sino también de cuántos amigos tienen éstos. Es lo que se conoce en términos de redes sociales como centralidad: cuanto más central es una persona o mejor conectadas están sus amistades, más fácil es que se sienta feliz.
En un editorial adjunto, Andrew Steptoe, del University College de Londres, y Ana Díez Roux, de la Universidad de Michigan, lo definen como una investigación "innovadora" y afirman que "si la felicidad se transmite a través de redes sociales, también puede contribuir indirectamente a la propagación de la salud".
Que la conectividad influye en la felicidad es algo que podría explicar porqué las mujeres son más felices que los hombres (y tienen menor tasa de suicidios). No obstante, otro trabajo que también aparece en la edición digital de British Medical Journal cuestiona la metodología de los estudios sobre el impacto de las redes sociales en la salud. Los autores, Ethan Cohen-Cole, un analista finaneciero del Banco de la Reserva Federal de Boston, y Jason Fletcher, un profesor de la Universidad de Yale, en New Haven, piden cautela a la hora de atribuir causalidad a las redes sociales.
También en el último número de la revista que edita la Clínica Mayo de EEUU (Mayo Clinic Women`s Source Healthsource) repasa algunos de los últimos datos que se han publicado sobre los factores que contribuyen a la felicidad.
Entre otros factores como el matrimonio o la educación, el artículo reconoce que la edad sí importa. "Desde Albania a Zimbabue, la crisis de la mediana edad es una realidad", advierten. Según algunas investigaciones realizadas por un grupo de economistas en EEUU y Reino Unido, con más de dos millones de personas procedentes de 80 países, los `cuarentones` sufren una especie de angustia mental que reduce al máximo sus niveles de felicidad en esa época de la vida. Concretamente, la crisis de la madurez parece llegar hacia los 40 años para los varones y a los 50 para las mujeres.
Como si la felicidad se pudiese dibujar con forma de U, los mismos investigadores explican que después de este `bajón` se aprecia un ascenso progresivo que sitúa a las personas de 60-70 años en la edad de oro de la felicidad. Aunque no están muy claras las causas, los expertos apuntan a que llegado ese momento de la vida se acepta con más realismo la vida, se reconocen las debilidades, se alcanza mayor madurez e, incluso, a medida que se va perdiendo a los seres queridos se aprende a valorar mejor ciertas cosas.
Tampoco es descartable, añaden, que las personas felices tiendan a vivir más años, y parece que una vez atendidas las necesidades básicas, los ingresos económicos no alteran demasiado las satisfacciones vitales.
Mucho más que el dinero influye la salud. De hecho, según recientes investigaciones, las personas sin ninguna enfermedad de importancia son hasta un 70% más felices; a lo que habría que sumar el peso de nuestros genes. "Numerosas investigaciones han demostrado que la genética explicaría hasta el 50% de nuestras diferencias en el estado de bienestar y los rasgos positivos de personalidad", dice el boletín de la Clínica Mayo.